Un intenso y revitalizante frío nos recibe a nuestra llegada a Tallín. La capital de Estonia baila con suma elegancia sobre las aguas del Mar Báltico, un mar suave y frío que aporta carácter a la ciudad. Más Nórdica que Báltica, Tallín muestra con orgullo estratos de una historia reciente y no tan actual. Así, podremos observar, tanto modernos restaurantes que fueron guaridas de la KGB Rusa hace unos pocos años como un entramado de callejuelas empedradas salpicadas de imponentes edificios medievales, barrocos y góticos que te transportarán, con suma delicadeza, a un emocionante viaje a la Edad Media.
Es curioso observar ante tanta Historia como, el país conocido como Estonia2.0 o e-Estonia, ha realizado una apuesta de modernización total, empezando por una Educación puntera, ayudas a la Investigación y Desarrollo y una TOTAL apertura a las Nuevas Tecnologías, llegando la Red de Internet hasta los puntos más remotos e inverosímiles del país. Se me antoja que, estos países que intentan tener como espejo a sus vecinos Nórdicos, van a dar mucho que hablar.
Los sueños se cumplen. Como hacía referencia al principio de mi escrito, mi chica se acaba de enterar que hoy dormiremos en Tallín. Apenas han pasado 3h y aún con la sorpresa y la incredulidad dibujada en su cara, nos encontramos en el Rest. Chicago de la capital de Estonia. La luz es tenue, una sublime Merlot de St. Emilion comienza a estremecer todas y cada una de nuestras papilas gustativas, nuestras exhalaciones comienzan a ser completas y lentas, arrastrando a todos nuestros componentes Citoplasmáticos a un estado de relajación sin límites. La música de Norah Jones termina por seducirnos y guiarnos hasta lo más profundo de la tontuna y el aturdimiento. Totalmente inmerso en una de las noches más felices y románticas de mi vida. Este estado de perturbación momentánea se ve acuciado por lo que significa celebrar 14 increíbles y emocionantes años juntos.
No puedo dejar de pensar en nuestra primera cita. Aquella tarde busqué algo "potable" entre mi vestuario. No encontré nada más que unos vaqueros viejos a los que les hacía remiendos casi cada semana y un agujereado polo de rayas verdes, compañero fiel durante los últimos diez años. Hacía frío, una chaqueta de ante recogería mi cuerpo tembloroso. Aquella chaqueta pesaba tanto como su Historia. Un americano se la regaló a mi abuelo tras la Guerra Civil en la base militar de Zaragoza. Seguro que le dijo: "Pepe, esta chaqueta es para que la lleve tu nieto en el día en que encuentre a su chica". La chaqueta siguió escondida en un recóndito lugar de la cambra de mi abuela Pepita hasta el día que pude recuperarla.
Nervios, emoción, mi cerebro tartamudea pensamientos sin pausa alguna. Ha llegado la hora. Más nervios. He estado esperando 21 añitos de mi vida. Sin apenas apercibirlo, he andando casi 1h hasta el punto de encuentro. La veo. No recuerdo bien su nombre pero sé que es ella. Espera de pie, apoyada en un coche, con sus vaqueros claros, una camiseta amarilla y unas botas lilas y esa infinita y mágica sonrisa... mis nervios desaparecen al instante. Ahora es una montada de mariposas las que revolotean en mi estómago. Elia!!! Finalmente lo recordé. Los Griegos ya bautizaron al Sol con este nombre. No podía llamarse de otra manera, tiene el Sol metido en la sonrisa. Aquella tarde duró muchas horas. Nos acompañaron un refresco de naranja y uno de cola. Pasamos un poco de hambre, pero no teníamos dinero para permitirnos cenar fuera de casa. Hablamos de vivir juntos, lo que sucedió una semana después (todavía no llego a alcanzar como pudimos tardar tanto!) y de salir a aprender y recorrer mundo... y en ello continuamos.
Sé que toda mi gente me acompaña hoy en esta celebración. Todos encontramos a Elia. También mi abuelo Pepe (al que no llegué a conocer) y su amigo "el americano", debieron sonreír como nunca aquella noche.
Yo, todavía hoy, después de 14 años, sigo notando ese emocionante e inexplicable cosquilleo en el estómago cada vez que me acerco a ella... cada vez que me acerco a esa sonrisa... esa sonrisa mágica, dulce, suave, silenciosa... ÚNICA...