miércoles, 3 de noviembre de 2010

ALBARRACÍN, NOV. 2004

  Para rafelia, Albarracín, significa mucho. Fue etapa del primer viaje que realizamos juntos, recorriendo los Montes Universales en el año 1998. Yo volví unos años más tarde para realizar unos estudios de microbiología para la universidad. Repetíamos en el 01, con la excusa de estrenar nuestro “yuca” (el coche). Tardábamos tres años en volver, esta vez acompañados por nuestros queridisisisísimos amigos Noe y Víctor (hoy padres de nuestro sobrinito Samuel).
   Lo mejor de Albarracín es su fascinante arquitectura y el trazado de sus calles, con sus escalinatas y pasadizos. El yeso rojizo, la madera, la piedra y la forja recrean un equilibrio imposible de impresionante belleza. Cada rincón, cada casa (como la de los Monterde, la casa Julieta), son objeto de nuestra admiración. No hay que perderse la mágica ruta guiada que realiza la asociación El Andador.
   Albarracín posee una numerosa red de casas rurales, de las de verdad, a cual de todas más bonitas. En las que hemos estado: Caserón de la Fuente, Posada del Adarve y Casa Santiago (todas con excelente relación calidad/precio). Para comer aconsejamos: Rincón del Chorro, rte. de Casa Santiago y el rte. de Casona del Ajímez (20-25e aprox todos, se come de vicio!). Para una copa o un té, el incomparable café-galería Molino del Gato. Ha destacar dos bodegas de la zona, que están haciendo vinos de corte moderno buenísimos: Venta d’Aubert y Fendós y Barrioso.
   Para hacer hambre, hay muy buenas rutas por la sierra de Albarracín, como la ruta del Ródeno: grandes pinares sobre las rojizas piedras de ródeno, donde se conserva una importante muestra de arte rupestre levantino. Volveremos pronto!

No hay comentarios:

Publicar un comentario